Inicio
FORO Quiénes somos Miembros Documentos Del saber Imágenes Música Noticias Miscelánea ¡Gracias! Ayuda Enlaces FORO


>Documentos>¿Podrá la mística salvar a los cubanos?
J.R.G.B. y Luis Antonio Dumois Núñez,
para Camagüeyanos por el Mundo.
Palatinado, Alemania, y
Guadalajara, Jalisco, México, diciembre de 1998.

Socialismo y realidad

Los cubanos de hoy parecen haber abandonado la idea del socialismo. Es lógico: no fue la idea del sistema, sino el sistema de la idea, lo que mantuvo a los cubanos en la ilusión de la prosperidad y el bienestar para todos. La realidad es tanto más dura, cuanto más bello fue el sueño. Durante años Cuba fue alimentada en su sueño por los países socialistas. No es entonces el letargo del despertar lo que tiene ahora a los cubanos indecisos y desorientados; es la falta de una alternativa sibilina que los salve del presente.

La creencia en el socialismo como sistema justo y equitativo no empezó perdiéndose en la gente sencilla y trabajadora de los pueblos europeos del este, sino en sus dirigentes de antes y de ahora. No fueron los pueblos los que le dieron la espalda al socialismo: fueron sus dirigentes. Mientras que predicaban el agua a sus pueblos, les tomaban sus vinos. Los hechos lo demuestran y el resultado palpable es que la antigua Unión Soviética y los países del Bloque del Este perdieron niveles de vida que podamos llamar decorosos. Hoy mantienen estructuras comparables, en el mejor de los casos, con las de los llamados países en vías de desarrollo.

Los cubanos no debemos olvidar que esos pueblos alguna vez estuvieron tan orgullosos de sus revoluciones como los cubanos dicen haberlo estado de la suya. Por intentar una transformación de tales magnitudes, muchos dejaron sus vidas a lo largo del camino. Camino que se ha hecho interminable para muchos, como interminable ha sido el sacrificio. Esto no se puede negar, independientemente de si el camino escogido fue el correcto o no.

Realización y materialismo

Todos soñamos alguna vez con darle a nuestra existencia un sentido radical. Radical en el sentido amplio, profundo, de la palabra. Buena parte de nuestra existencia se dedica a una búsqueda constante, a la búsqueda del sentido de la vida.

Muchos sabemos, por nuestra propia experiencia, que la realidad egoísta del sistema capitalista tiende a alejarnos de este camino. Cuando el capitalismo nos convierte en una ruedita de su maquinaria, nos priva de nuestra realización como seres humanos. Nos convierte en simples objetos. Los bienes de consumo nos envuelven en una carrera interminable por ser sus dueños: una carrera que nos enajena y consume. De supuestos consumidores nos convertimos en consumidos. Este sistema materialista, que socializa los sueños y privatiza la realidad, deja entonces de ser una alternativa para la realización humana.

El sistema socialista hizo lo contrario: socializó los pocos bienes de consumo que se producían. Supuestamente repartió la realidad, aunque ya sabemos la verdad: una nueva clase asumió privilegios y prebendas a costa de la mayoría. ¿Y qué hizo con los sueños? Los sueños fueron siempre propiedad de los jerarcas del partido único. Solamente el dirigente militante del partido en Cuba es quien puede soñar con una casa, vacaciones en hoteles vedados para el resto de los cubanos, un carro, comida suficiente y demás satisfactores. ¿Y el derecho de pensar? Reservado, por supuesto, al Líder Máximo: así, con mayúsculas. La necesidad de soñar, el impulso imperativo de pensar, improntas intrínsecas al ser humano, han sido en Cuba diversiones peligrosas desde el triunfo de la revolución.

Los caminos del otro

Este siglo XX ha demostrado, sin lugar a dudas, que el materialismo convertido en doctrina económica y política no es el camino a seguir. El desastre mundial que ha sido el socialismo lo demuestra. El capitalismo, igualmente materialista, no parece que vaya a correr mejor suerte.

El hombre se pierde cuando sólo piensa en lo suyo como medio de realización. Linda paradoja ésta: mientras más pienso en mí, menos logro para mí. Para mi ser total, para todo lo que soy.

El hombre necesita del otro para realizarse. Sólo a través de los demás es que logramos ser nosotros. Tener no basta: hay que ser. Y sólo somos plenos, llenos, cuando nos damos a los demás.

Estos son los caminos del otro: subsidiariedad y solidaridad. Dejar a los demás que hagan todo lo que puedan, sin meternos a paternalistas, para que lleguen hasta donde puedan. Cuando se necesite, apoyar al otro para que llegue más lejos todavía. Subsidiarios seremos cuando dejemos al otro hacer lo suyo; solidarios, cuando demos lo que podamos para que los demás avancen.

Es difícil pensar en estos comportamientos si no tenemos apoyos que nos guíen en el camino. Este es el importante papel de la mística en nuestras vidas. La mística nos hace pensar en términos no materialistas. Nos hace volar, para poder mirar desde lejos la ruta.

Mística y realidad

La formación del Hombre Nuevo parece tomar formas místicas. El aporte místico cubano al mundo contemporáneo podrá ser reconocido, tal vez, sólo décadas adelante. El Ché ha regresado a Cuba, a pesar de la miseria, pues la mística se alimenta también de sus deidades. Recuérdese que fue la mística la que hizo posible que hombres como el Ché se inmolaran en plena juventud, en tierras foráneas.

Según Buda, hay dos extremos que el hombre que ha renunciado al mundo -¿como el cubano?- no debe seguir: de un lado la ordinariez, cuyo aliciente estriba en las pasiones, especialmente en la sensualidad, y que constituye una conducta baja, pagana, indigna, infructuosa y apta sólo para las imaginaciones; y de otro lado, la práctica habitual de un ascetismo penoso, desmerecedor e improductivo. Señalaba él entonces que había un camino intermedio, el Nirvana, que salva y que evita estos dos extremos. Esta fue la respuesta de Buda al problema religioso de su época. Dijo Buda en cierta ocasión a un Brahman: "El que ardiendo en concupiscencia, dominado por la avaricia, infatuado (cualidades, casi podemos decir, indispensables, para un militante del PCC), hace proyectos sobre sí mismo y los demás, será víctima del sufrimiento y el dolor moral". Contra esto propuso Buda la disciplina intelectual, moral y psicológica.

Si el pueblo cubano, austero, sacrificado, obediente y manso, busca un camino salvador, podría encontrarlo entonces en el camino intermedio, para encontrar la paz en el Nirvana. Que ya José Martí, escribiendo sobre Buda, dijo que la vida es toda de dolor, y que el dolor viene de desear, y que para vivir sin dolor es necesario vivir sin deseos.

Ahora en Cuba cada vez menos bienes de consumo pueden adquirirse con pesos cubanos, porque el billete verde, el fula, es la realidad dolorosa. Cuba debe abrirse al mundo, ¿al mundo de los dólares? El mundo debe abrirse a Cuba, ¡la Iglesia Católica ya lo hizo! Haya sido la visita del Papa una visita de proselitismo o no; fuera la presencia del Sumo Pontífice la legitimación del dictador cubano o no: la experiencia religiosa quiere tomar en Cuba la fuerza de la transcendencia mística.

Débil y lejana como se ve hoy, tal vez la mística sea la única esperanza para una Cuba mejor. Ya salimos, seriamente lastimados, del sueño materialista. Probemos ahora a vivir con ideas, viejas de 2,000 años, pero nuevas en aplicación. No se ve mucho más en el horizonte para salvar a nuestra castigada patria.