Entre rosas y jazmines,
entre llantos e ilusiones,
para ti, Patrona de Cuba,
que sean todas las flores.
Mi bella virgen querida,
¡cuántos milagros has hecho!
Mis lágrimas y mis besos
son tuyos en este día.
En este día querido
en que todos te adoramos,
tu fe también llevamos
por el resto de la vida.
Patrona de mi isla,
de mi tierra y
mis hermanos;
Patrona de los cubanos,
reina y dueña
en mi destino,
sólo un milagro te pido,
al igual que mis hermanos:
ver a mi patria libre
de la imagen del tirano.
Por favor entierra tus manos
en mi tierra primorosa
y haz que nazca una rosa
en la patria de Martí.
En la patria de Maceo,
en la patria de Agramonte,
que tiemblen todos los montes
y que renazca el amor.
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Que mis ojos sean tus ojos
y mi pensamiento el tuyo;
que nunca muera mi orgullo
de haber nacido cubano.
Que Dios me extienda su mano
y me vuelva fuego puro
para alabarte, mi Virgen,
para ayudarte a triunfar
y nos libres de este mal
que agobia a la patria mía.
Yo sé que tú nos escuchas
siempre y en cada momento;
pero El que guía el viento
e hizo las olas y el mar
un día va a escuchar
el sollozo del cubano,
y va a dejar que tus manos
llenen de bendiciones
a los cubanos del mundo
que vagan por las naciones.
Y volverán a nacer en su tierra,
verde y pura,
tabaco, caña y ron,
corales y palmeras.
¡Que sus hijos no se mueran
en otra tierra lejana:
que mueran ahí en su cama,
en su tierra venerada,
con tu imagen entre sus manos
y un adiós en sus miradas!
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